En el centro de la población, al este de la plaza Mayor, al principio de la
calle de la Rúa, está situado este templo, cuya
antigüedad se remonta a mediados del s.XII. De esta época sólo subsiste el muro
circundante, los tres ábsides circulares de la cabecera, que antiguamente eran
más altos, y su maravillosa fachada, de hacia 1160. Se supone que su planta era de tres naves y crucero alineado. En el s.XV
se hundieron las tres naves románicas y en el s.XVI se reconstruyó con una única
nave central y capillas laterales cubiertas por un artesonado de madera que iba
de arcada en arcada y daba gran altura al interior; también en el s.XVI se
perforó la piedra del ábisde de la Epístola para alargarlo y construir la
sacristía, y se sospecha que había otra puerta que daba a la casa del cura, que
estaba detrás.
La sencilla puerta inferior está enmarcada en una arquivolta que descansa sobre una columna a cada lado.
Éstas llevan en sus fustes estrías oblicuas sembradas de florones en los
intermedios que culminan en ángeles a manera de cariátides en bajo relieve. Las
imágenes de los capiteles representan las virtudes (capitel de la izquierda) y
la condenación (capitel de la derecha) del alma. En el primero se ve un león con
las fauces abiertas (el Demonio) intentando alcanzar el alma de un justo,
protegido por dos ángeles que ahuyentan al león mientras un tercero tira de él
por el pelo.
La arquivolta, con un león en cada extremo, está compuesta por otras veintidós
figuras que representan los oficios medievales de
Carrión, los gremios o entidades sociales que tanta importancia tuvieron en la
Edad Media, y no los ancianos del Apocalipsis, como equivocadamente se afirma
(que, además, son veinticuatro). Aunque algunos son difíciles de comprender por
su rudeza y su deterioro, de izquierda a derecha son: hombre barbado con gorro,
joven que golpea una cinta sobre el yunque, hombre con un recipiente
(¿alquimista?), zapatero cortando cuero, ceramista o acuñador de monedas,
fundidor o herrero, artesano del metal, personaje que levanta su mano derecha
sobre el hombro contrario llevando una máscara (¿juglar?), soplador de herrería
(que curiosamente parece judío por el gorro que lleva y por los cabellos rizados
que le caen sobre la cara), escribano o copista, monje lector, arpista, juez
mesándose la barba, zapatero, cerrajero, herrero trabajando en el yunque, dos
luchadores enfrentados, plañidera, vihuelista, danzarina contorsionista y
sastre. La figura del acuñador de monedas constituye la primera representación
de una ceca (casa de moneda) medieval, algo único en el mundo; en Francia hay
ejemplos sueltos, pero son muy posteriores (Carmen Alfaro Ansins, Museo
Arqueológico Nacional; III Ciclo de Conferencias del Museo de Palencia, octubre
de 2000
No hay comentarios:
Publicar un comentario