La torre actual, neomudéjar, no es muy alta, pese a lo cual ofrece una hermosa
panorámica de la ciudad; se reconstruyó en 1765, se reforzó en 1835 durante la
Primera Guerra Carlista para utilizarla con fines
militares, y sufrió en su cubierta una profunda reforma en el s.XX que suprimió
la linterna y la cupulilla que la remataban. Un incendio provocado en 1811,
durante la Guerra de la Independencia, para evitar que
las tropas napoleónicas utilizaran el edificio, destruyó el templo casi por
completo; los ábsides laterales y algunos capiteles que subsisten acrecientan el
sentimiento de su pérdida. En 1849 se reconstruyó la
iglesia, haciéndose más pequeña y con tejado de tipo castellano, a dos aguas.
Estuvo abierta al culto hasta finales de los años de 1970, cuando se cerró por
peligro de derrumbe. Desde entonces se han realizado otras obras de restauración
y conservación, como el tejado abovedado y la controvertida cubierta de acero
sobre el friso.
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